
En Bélgica San Nicolás es la fiesta de los estudiantes: se hacen batallas de harina por las calles recordando que este santo obró el milagro de distribuir harina a la población cuando el hambre provocado por las guerras y la pobreza asolaba el país y no había ni siquiera pan para alimentarse.
En Francia San Nicolás se celebra sobre todo en el norte y en el este del país, donde llega montado sobre una mula o un asno, no en barco, pero también trae naranjas y pan de especias a los niños.
En Suiza se organizan desfiles por las calles para recibir a San Nicolás y a su comitiva, que va tocando las campanas para atraer a la gente y pedirle que salga a su encuentro. Y la población sale con velas y cirios para iluminarle el camino.
En Eslovaquia San Nicolás trae salud a los habitantes y aleja las enfermedades, por eso su cortejo recorre las ciudades lanzando agua bendita.
San Nicolás llega a Alemania y Austria por la noche en un trineo que surca el cielo y desde el que puede lanzar caramelos y bombones. Viene acompañado de un séquito que golpea en el aire su látigo para echar a los demonios del invierno y hacer así que esta estación no esa tan dura.
En Polonia San Nicolás se llama Swiety Mikilaj. Los niños polacos le dejan una nota en la ventana de su habitación y el santo pasa la noche del 5 de diciembre a recogerla. Luego, el 24 de Diciembre, recibirán sus regalos en los zapatos que deberán dejar a la puerta de sus casas, bien limpios y relucientes.
En Malta San Nicolás se pasea por las ciudades y distribuye pan. Este debe mojarse en agua que quedará así bendita y se reserva entonces para los enfermos, pues se supone que beberla les devolverá la salud.
Como podemos ver, muchas tradiciones se parecen y derivan unas de otras , porque proceden de ese patrimonio cultural común que compartimos todos los europeos, vengamos de donde vengamos.
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